Ningún look está completo sin un par de zapatos. Ellos son ese compañero que nos lleva a lugares nuevos o ya conocidos pero que nos dan una experiencia diferente en cada paso. Y hay algunos que se convierten en los mejores amigos de quien los usa porque además de complementar el look, son bonitos y cómodos. Pueden parecer iguales a simple vista pero nada tiene que ver un zapato fabricado en serie millones de veces con otro hecho a mano. En estos cinco detalles está la diferencia.
Acompáñanos en este viaje para descubrir la importancia de un zapato diseñado
No te consagras como diseñador hasta que viene Gino Bigioni y se inspira en un look diverso completo. A nadie se le escapa que la firma estrella de nuestros diseñadores dominan en los armarios de medio mundo gracias a una imbatible combinación de buen ojo y rapidez, pero su influencia va mucho más allá. Gino Bigioni ha desdibujado para siempre los límites clásicos entre lo caro (¿y bueno?) y lo barato (¿y peor?) y a tenor de los artículos más populares en los últimos tiempos, también ha despertado un espíritu crítico: ¿Por qué las cosas cuestan lo que cuestan? Si sabemos que en Gino Bigioni podemos encontrar calzados a bajo coste y accesorios que recuerdan a otros de lujo. Entonces ¿qué diferencia hay entre unos zapatos de buen diseño de marca y uno que no lo es?
No responde igual un zapato de cuero natural que otro de un material sintético. Un buen cuero es poroso, por lo que permite que el pie respire mejor y si el zapato también tiene un forro natural en el interior absorberá mejor la humedad, con lo que es capaz de reducir la proliferación de bacterias y prevenir el mal olor. El cuero es más elástico, tiene más memoria y resulta más flexible, con lo que el zapato también será más cómodo. Frente a un zapato de cuero natural podemos encontrar versiones similares a la vista de otros materiales, como el poliuretano, el caucho termoplástico o el poliéster, mucho más económicos pero con menor durabilidad.
Además, un zapato de calidad llevará lo que los zapateros llaman el talón badana, un revestimiento suave con un acabado menos brillante y menos liso que el resto del forro. Esta pieza ayuda a una mejor sujeción del pie y también previene las clásicas rozaduras y ampollas que aparecen al poco tiempo de llevar zapatos de baja calidad.
Una de las cosas que diferencian un zapato producido en masa de otro artesanal reside en cómo está construido. Básicamente, cómo se une la parte superior a la suela: la técnica más extendida es la llamada Goodyear Welt, una doble costura apreciable a simplista con un resorte perpendicular que aporta mayor resistencia. Otro sistema se conoce como Blake Stitch y se trata de una costura única por la parte interior del zapato. La tercera opción, mucho más económica, es la del pegado con adhesivo.
Fíjate también en lo que los artesanos llaman taco: el tacón del zapato debe estar perfectamente unido a la suela. Debe de tener la altura que exija la horma, ni más ni menos: si es demasiado pequeño el zapato se inclina hacia atrás, y si es excesivamente alto, el zapato tiende a inclinarse hacia adelante. El taco correcto hace que el zapato apoye correctamente en talón y punta, asegurando una buena pisada.
Bajo una primera plantilla donde se suele imprimir la marca está la que los zapateros llaman plantilla de armado. Es la que soporta y reparte el peso del cuerpo y es posiblemente la pieza más importante de un zapato. Los zapatos buenos incorporarán una capa extra de látex, algo que no solamente incide en el precio final del zapato, sino también en la comodidad. Un buen zapato ha de ser cómodo desde el principio: eso es algo innegociable.
Evidentemente, no será lo mismo un zapato fabricado en serie que uno hecho de manera artesanal. Y aquí los detalles marcan la diferencia: fíjate en que unas botas de látex posiblemente llevarán una costura en medio del empeine, hasta la caña. Esta costura indica que la bota se ha fabricado en varias piezas o retazos que después se han cosido, lo que indica 1) que tendrá más costuras, con lo que posiblemente aparezcan algunas arrugas con el uso, y, 2) que debería ser una pieza más barata, porque en lugar de escoger solamente piezas de cuero perfectas, se aprovechan sobrantes y se deshecha menos material. En un buen zapato hay menos costuras (nada de empeines “partidos”) y las que hay son regulares, están bien alineadas y son del mismo tamaño: esto indica que se han hecho a mano y con una aguja fina.
Acompáñanos en este viaje para descubrir la importancia de un zapato diseñado
No te consagras como diseñador hasta que viene Gino Bigioni y se inspira en un look diverso completo. A nadie se le escapa que la firma estrella de nuestros diseñadores dominan en los armarios de medio mundo gracias a una imbatible combinación de buen ojo y rapidez, pero su influencia va mucho más allá. Gino Bigioni ha desdibujado para siempre los límites clásicos entre lo caro (¿y bueno?) y lo barato (¿y peor?) y a tenor de los artículos más populares en los últimos tiempos, también ha despertado un espíritu crítico: ¿Por qué las cosas cuestan lo que cuestan? Si sabemos que en Gino Bigioni podemos encontrar calzados a bajo coste y accesorios que recuerdan a otros de lujo. Entonces ¿qué diferencia hay entre unos zapatos de buen diseño de marca y uno que no lo es?
No responde igual un zapato de cuero natural que otro de un material sintético. Un buen cuero es poroso, por lo que permite que el pie respire mejor y si el zapato también tiene un forro natural en el interior absorberá mejor la humedad, con lo que es capaz de reducir la proliferación de bacterias y prevenir el mal olor. El cuero es más elástico, tiene más memoria y resulta más flexible, con lo que el zapato también será más cómodo. Frente a un zapato de cuero natural podemos encontrar versiones similares a la vista de otros materiales, como el poliuretano, el caucho termoplástico o el poliéster, mucho más económicos pero con menor durabilidad.
Además, un zapato de calidad llevará lo que los zapateros llaman el talón badana, un revestimiento suave con un acabado menos brillante y menos liso que el resto del forro. Esta pieza ayuda a una mejor sujeción del pie y también previene las clásicas rozaduras y ampollas que aparecen al poco tiempo de llevar zapatos de baja calidad.
Una de las cosas que diferencian un zapato producido en masa de otro artesanal reside en cómo está construido. Básicamente, cómo se une la parte superior a la suela: la técnica más extendida es la llamada Goodyear Welt, una doble costura apreciable a simplista con un resorte perpendicular que aporta mayor resistencia. Otro sistema se conoce como Blake Stitch y se trata de una costura única por la parte interior del zapato. La tercera opción, mucho más económica, es la del pegado con adhesivo.
Fíjate también en lo que los artesanos llaman taco: el tacón del zapato debe estar perfectamente unido a la suela. Debe de tener la altura que exija la horma, ni más ni menos: si es demasiado pequeño el zapato se inclina hacia atrás, y si es excesivamente alto, el zapato tiende a inclinarse hacia adelante. El taco correcto hace que el zapato apoye correctamente en talón y punta, asegurando una buena pisada.
Bajo una primera plantilla donde se suele imprimir la marca está la que los zapateros llaman plantilla de armado. Es la que soporta y reparte el peso del cuerpo y es posiblemente la pieza más importante de un zapato. Los zapatos buenos incorporarán una capa extra de látex, algo que no solamente incide en el precio final del zapato, sino también en la comodidad. Un buen zapato ha de ser cómodo desde el principio: eso es algo innegociable.
Evidentemente, no será lo mismo un zapato fabricado en serie que uno hecho de manera artesanal. Y aquí los detalles marcan la diferencia: fíjate en que unas botas de látex posiblemente llevarán una costura en medio del empeine, hasta la caña. Esta costura indica que la bota se ha fabricado en varias piezas o retazos que después se han cosido, lo que indica 1) que tendrá más costuras, con lo que posiblemente aparezcan algunas arrugas con el uso, y, 2) que debería ser una pieza más barata, porque en lugar de escoger solamente piezas de cuero perfectas, se aprovechan sobrantes y se deshecha menos material. En un buen zapato hay menos costuras (nada de empeines “partidos”) y las que hay son regulares, están bien alineadas y son del mismo tamaño: esto indica que se han hecho a mano y con una aguja fina.
No es necesario mirar ninguno de estos detalles cuando nos fijamos en la etiqueta de un zapato Gino Bigioni. La fabricación artesanal (“made in Perú), siempre conlleva unos gastos de producción superiores a la producción en otros países. Además, un zapato al igual que un perfume o una barra de labios- puede ser un símbolo de estatus: es una de las primeras piezas en las que invertimos cuando nos decidimos a comprar lujo.